Richard Hamilton y las 270 obras del padre del Pop Art que admiraba a Duchamp

Popular, efímero, prescindible, barato, producido en serie, joven, 25-hamilton_0ingenioso, sexy, divertido, glamuroso y un gran negocio. Con estas palabras Richard Hamilton (1922 – 2011), enumeraba, en 1957, las características del Pop Art. Pero tan pronto definía el estilo como se desmarcaba de él: “Creo que la razón por la que no me gusta demasiado que me consideren padre del Pop Art es que mi estilo artístico ha sido siempre muy ecléctico y abierto. (…) Pensándolo, diría que soy, más bien, un seguidor de Duchamp, en el sentido en que éste siempre hacía cosas distintas a las que habían hecho el resto de artistas”, afirmaba el británico al guionista y director de cine David Pujol en una de las entrevistas que concedió el artista que nunca fue amigo de las entrevistas.

 

Padre o no del Pop Art, lo cierto es que la infatigable carrera artística de Hamilton rompió esquemas, y es por ello que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, se encuentra actualmente rindiéndole homenaje en la retrospectiva más completa de todas las celebradas hasta la fecha y en la que, el propio artista, participó justo antes de su fallecimiento. De este modo, hasta el 13 de octubre se exponen alrededor de 270 obras que resumen 60 años de carrera y que reflejan la variedad de fuentes, técnicas, soportes y géneros que manejaba. Una cita obligada para emprender este septiembre con el mejor de los ánimos y quitar el cartel de “cerrado por vacaciones”, que este blog también ha tenido colgado hasta hoy.

 

Dichos los datos prácticos, adentrémonos en la exposición y en los 01-hamilton_3motivos por los que la visita se hace imprescindible. Por un lado, porque veremos cinco instalaciones de gran envergadura como Growth and Form (Crecimiento y forma) -reconstruida por primera vez desde que fuera creada en 1951-, o su aportación a la exposición colectiva This is tomorrow (Esto es el mañana) gracias a The Funhouse (La casa divertida) -el espacio que le hubiera gustado habitar formado por imágenes procedentes de la publicidad, de la ciencia ficción y del cine de Hollywood como el mítico beso de la película “Mafia” de Kirk Douglas-. Además, para el cartel y el catálogo de This is Tomorrow, Hamilton crearía su célebre collage Just what is it that makes today’s home so different, so appealing? (¿Qué es lo que hace que las casas de hoy sean tan diferentes, tan atractivas?), una obra que, curiosamente, es una copia autentificada del original que custodian, sin posibilidad de préstamo, en la colección Kunsthalle Tübingen en Alemania. Estos Adán y Eva de la sociedad de consumo señalarían el inicio del Pop Art y, con ellos, Hamilton demostraría su interés por el lenguaje publicitario, capaz de llegar a todos.

 

La exposición se completa con obras emblemáticas como la carátula del disco White Album de los Beatles o la serie Swingeing London 67 (Londres severo), en la que Hamilton retrató con esposas, y tras una redada antidroga, a Mick Jagger y el marchante de arte Robert Fraser. También están presentes sus series My Marilyn o Guggenheim.

 

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Dentro de esta vorágine creadora de Hamilton, cabe resaltar también un trabajo especialmente interesante. Se trata de las 128 fotografías que componen su proyecto Polaroids, instantáneas del propio Hamilton tomadas por numerosos y diversos artistas como Man Ray, John Lennon, Francis Bacon, Andy Warhol, Henri Cartier-Bresson, David Hockney, Patrick Hughes o el español Ferrán Adriá -quien quiso que su gran amigo fuera el último comensal de El Bulli, un objetivo frustrado a causa del delicado estado de salud del artista-. El propio Hamilton hablaba así del proyecto Polaroids: “En su estudio, Roy Lichtenstein me enseñó su nueva cámara Polaroid y me hizo una fotografía (…). Después, por casualidad, otra persona hizo lo mismo (…). Así que cuando regresé a Londres me compré una Polaroid. Se la ofrecía a mis amigos y les decía ‘sacadme una foto’ (…). Quería demostrar que la cámara no es importante, pero creo que esta tesis ha sido refutada, pues cada fotografía se identifica profundamente, en cierto sentido, con cada uno de sus autores”.

 

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Para rematar este recorrido por la obra del británico, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ofrece a un Hamilton crítico en Kent State -una obra donde fuerza a ver la imagen de un estudiante gravemente herido por la policía durante unas protestas y que busca denunciar la indiferencia del espectador ante la imagen, por dura que esta resulte-, o en The citizen, The subject, The state (el ciudadano, el súbdito, el estado) donde alude al conflicto de Irlanda del Norte y recrea cómo presos del IRA, aprovechando una visita de la BBC, protestaron decorando sus celdas con excrementos.

 

Este deseo de innovación, de romper con lo establecido y de crear nuevos conceptos constataría la pluralidad de su obra, que bebería de Duchamp como el propio Hamilton rezaba al principio de este post. Pero ¿y Duchamp? ¿Qué opinaba el polémico artista de culto de haberse convertido en la fuente para todos estos artistas Pop? “Supongo que todas las generaciones necesitan un prototipo. En tal caso, ése es el papel que desempeño. Me siento encantado. Pero no va más allá. No hay ningún parecido flagrante entre lo que hice y lo que se hace ahora. Por lo demás, yo hice lo menos que pude”. 

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