Olive Edis, fotografía desde el instinto

El castillo de Norwich exhibe dos centenares de sus imágenes

Norwich,
Olive Edis. Autorretrato sentada junto a una ventana
Olive Edis. Autorretrato sentada junto a una ventana

Se llamaba Mary Olive Edis, pero podemos llamarla Olive. Nació en 1876, era hija de un exitoso médico que ejercía en Londres, y se inició en la fotografía en su juventud, en torno a 1900, después de que su prima Caroline le regalara una cámara (la anécdota quizá os recuerde a los comienzos de Julia Margaret Cameron). Quizá en agradecimiento, la propia Caroline fue modelo recurrente en sus primeros retratos y no mucho después, en 1905, Edis y su hermana menor, Katherine, se trasladaron a Sheringam, donde establecieron juntas su primer estudio fotográfico.

Katherine lo abandonó al casarse, pero Olive no y continuó trabajando como fotógrafa profesional hasta su muerte en 1955, y tras aquel primer estudio de Sheringam abrió otros en Londres, Cromer y Farnham. ¿Qué encontramos en sus imágenes? Una visión transversal de la sociedad británica de entonces: desde pescadores locales y sus familias hasta la realeza (posó para ella Jorge VI) o figuras influyentes como el novelista Thomas Hardy o miembros del movimiento sufragista como Emmeline y Christabel Pankhurst.

Alejándose de convencionalismos, innovó en cuanto a técnicas: fue una de las primeras personas en utilizar en Gran Bretaña el autocromo de los hermanos Lumière e incluso diseñó y patentó su propio diascope, un visor especial. También fue una de las primeras mujeres en ser aceptada como miembro de la Real Sociedad Fotográfica.

Su prestigió creció paulatinamente y, en 1918, el Imperial War Museum le encargó un reparto fotográfico sobre la labor desempeñada por las mujeres durante la I Guerra Mundial. Aunque su viaje al continente para realizarlo se retrasó debido a la precaria situación de Europa entonces y también a cierta oposición a enviar una mujer a cubrir zonas de guerra, finalmente Edis  embarcó en marzo de 1919, ya acabada la contienda, en un largo viaje por Francia y Bélgica. En sus imágenes nos presentó una completa crónica del padecimiento femenino posterior a la Gran Guerra, y más allá de su valor puramente documental, hay que recordar que cuando Olive desempeñó esta tarea era la primera artista oficial de guerra (mujer) y solo el quinto fotógrafo oficial (hombre o mujer) en trabajar en aquel conflicto.

Ella llevó un diario de sus viajes y aquellas fotos de una Europa devastada, tomadas con cámara de grandes placas de vidrio, forman hoy parte de los fondos del Imperial War Museum británico.

Este fue quizá su encargo más importante, pero también fue llamada para realizar, en color, una campaña de promoción de la Canadian Pacific Railway y tomas interiores del 10 de Downing Street.

Su estilo era peculiar y permite reconocer fácilmente su obra: utiliza la luz natural y juega con las sombras para crear retratos sorprendentes, practicó el respeto y la empatía con sus modelos y tenía una capacidad instintiva para obtener lo mejor de los temas en los que trabajase;  buscaba llegar al fondo de los mismos sin transmitir una impresión solemne.

Hasta el próximo 22 de enero, el castillo de Norwich nos permite contemplar 190 de sus imágenes inéditas, tomadas entre 1900 y 1955. Se nutre en su mayoría de obras del Norfolk Museum, que posee la mayor colección de trabajos de la fotógrafa; otras piezas proceden del Imperial War Museum y la National Portrait Gallery británica.

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