Quizá algunos recordéis su paso por el Museo Reina Sofía, en 2011 por estas fechas: Leonor Antunes presentó aquí, en el marco del programa Fisuras, una instalación escultórica específica, camina por ahí. mira por aquí, en la que tomó como punto de partida el pabellón de Corrales y Molezún para la Exposición Internacional de Bruselas de 1958 y la película de los años cuarenta Witch’s Cradle, de Maya Deren, en la que puede verse el espacio expositivo diseñado por Kiesler en Nueva York para albergar los fondos de Peggy Guggenheim.
Como el resto de las intervenciones de Antunes, no apelaba a contenidos simbólicos concretos, pero sí transformaba por completo la percepción del espectador del espacio que albergaba la obra, una de las salas de la tercera planta del edificio Nouvel, y ponía de relieve las energías y tensiones, a veces invisibilizadas, presentes en ese lugar.
En el conjunto de su producción, Antunes viene reivindicando el potencial significativo de las formas, su autonomía y la importancia de la proporción, la escala o la medida a la hora de expresar. Lo hace autoimponiéndose reglas de trabajo muy concretas que procura cumplir fielmente, sin que ello suponga ni una pérdida de libertad ni la negación de lo azaroso: parte de objetos previamente existentes, a menudo de carácter arquitectónico, para investigar qué ocurre a nivel estético y significativo cuando son duplicados o reubicados, espacial o temporalmente, en contextos que no les son propios; también analiza las posibilidades de la modulación y de la relación del cuerpo humano con los espacios construidos, no naturales.
A partir del próximo 14 de septiembre y bajo el comisariado de Roberta Tenconi, la artista lisboeta presentará en el espacio milanés Pirelli HangarBicocca “the last days in Galliate”, su primera gran exposición en Italia. Se trata de una revisión de su obra pasada y sus nuevas producciones que toma forma de instalación específica y que ocupa los 1.400 metros cuadrados del cobertizo de este centro, incorporando a su narrativa tanto su arquitectura como su iluminación natural.
Como ocurrió en su exhibición en el Reina Sofía, esta propuesta milanesa también se nutre de referentes locales: la fuente de inspiración de Antunes ha sido la tradición modernista milanesa, en concreto el trabajo de dos arquitectos que desarrollaron la mayor parte de sus edificios a mediados del siglo pasado (Franca Helg y Franco Albini), el patrimonio cultural de empresas como Olivetti y la propia Pirelli y los muebles y artículos de ratán de la firma Bonacina 1889. No han sido sus únicos referentes: una intervención de linóleo sobre el suelo bebe de uno de los diseños de Anni Albers, que a su vez comparte tonalidades con el icónico piso que Gio Ponti realizó en 1960 para el rascacielos de Pirelli en Milán.
Indagando en los significados posibles de elementos propios de la vida cotidiana y en el rol social del arte y el diseño a la hora de mejorar la calidad de vida, Antunes nos ofrece esta vez un cuento visual complejo, compuesto por múltiples capas y fragmentos, en el que propone al visitante recorrer sus instalaciones casi como si desarrollara una coreografía. Si hubiera que elegir para ella un tema, ese sería la historia del arte, el diseño y la arquitectura en el siglo pasado: ha seleccionado detalles específicos de los proyectos concretos que hemos mencionado y a partir de ellos ha generado nuevas formas; obras marcadas por la elegancia que tienen en común el estar realizadas con materiales naturales u orgánicos en los que el paso del tiempo deja su huella, como la cuerda, la madera, el cuero, el latón, el caucho o el corcho.
Trabaja siempre, además, con técnicas artesanales, vinculadas a las tradiciones de los lugares donde expone su obra y muy alejadas de los procedimientos de la producción en masa: otro de los intereses de Antunes es preservar y poner en valor las habilidades artísticas dejadas de lado.
Leonor Antunes. “the last days in Galliate”
Via Chiese, 2
Milán
Del 14 de septiembre de 2018 al 13 de enero de 2019
