El próximo 30 de septiembre, el centro milanés Hangar Bicocca abrirá al público “Situations”, la primera retrospectiva dedicada en Europa a Kishio Suga, uno de los artistas japoneses más influyentes del siglo pasado por su labor como impulsor del colectivo Mono-ha a finales de la década de los sesenta.
De ese grupo formaron parte Kōji Enokura, Noriyuki Haraguchi, Shingo Honda, Susumu Koshimizu, Lee Ufan, Katsushiko Narita, Nobuo Sekine, Noburu Takayama y Katsuro Yoshida. Aunque no se trató de una corriente organizada, estos artistas tuvieron en común su trabajo con los objetos como materia prima. Se servían de materiales simples, tanto naturales como fabricados industrialmente, para explorar las relaciones entre el individuo, la materia y el espacio que rodea a ambos, por eso eran frecuentes en su producción las acciones interactivas y el recurso de presentar piezas en suspensión, rotas o apiladas para subrayar las propiedades de su material y dotar a sus propuestas de una dimensión performativa.
Suga comenzó a mostrar su trabajo precisamente en aquella etapa, tras graduarse en pintura en la Tama Art University de Tokio y trabajar como asistente en el estudio de Sam Francis. Era un momento de gran efervescencia cultural en Japón y de experimentación internacional: coincidía con el desarrollo del Postiminimalismo y el Land Art en Estados Unidos y del arte povera en Italia. Marcó el inicio del reconocimiento internacional de Suga su participación en 1978 en la Bienal de Venecia, cita en la que presentó un proyecto muy bien valorado por su lenguaje artístico, que proponía indagar en las posibilidades del espacio y los materiales sin perder de vista su afinidad con la naturaleza.
La antología que presentará Hangar Bicocca, comisariada por Vicente Todolí y Yuko Hasegawa, contará con más de una veintena de sus instalaciones realizadas entre 1969 y la actualidad. Podrán verse en el espacio Navate y su presentación se ajustará a las características de la arquitectura industrial de este centro, entrando las piezas en estrecha relación con sus instalaciones para proponer un diálogo de opuestos: lo ligero y lo grave, lo sólido y lo intangible.
Como la mayor parte de los proyectos de Suga, los que contemplaremos en Milán se exhibirán resaltando su sentido temporal: tienen sentido dónde y cuándo se celebra la exposición y en otro contexto deberán presentarse de forma distinta. Sus instalaciones están realizadas con materiales industriales y orgánicos que habitualmente encuentra en cada una de las regiones donde muestra su trabajo (hierro, zinc, madera, piedra o parafina), por lo que estas piezas adquieren cualidades y matices distintos en sus diferentes versiones creadas para cada lugar donde se exhiben. El propio artista contribuye a decidir la distribución espacial de sus obras y trabaja in situ en el montaje; después las recoge rápidamente, proceso por el que él bautiza a sus instalaciones como “mundos temporales”.
Incide en ellos en los vínculos, incluso de dependencia, que pueden generarse entre los propios objetos y entre estos y su entorno.
