Truman, una tragedia elegante

04/11/2015

Truman

La enfermedad, sus aristas y sus consecuencias en las relaciones han sido el tema adoptado por varias películas recientes con distintos enfoques: el íntimo, familiar y austero de Corazón silencioso, el desdramatizado de La fiesta de despedida o el incalificable de Ma ma.  El último filme con la enfermedad como telón de fondo en llegar a las carteleras (el fin de semana pasado) ha sido Truman, de Cesc Gay, aunque el cáncer resulta, dentro de las circunstancias, un secundario de la película, una excusa para hablar de vida y de las amistades buenas- y escasas- que no dejan de acompañar a un enfermo cuando pintan bastos, de las malas (las que se alejan cuando, como dice Darín, “huele a muerto”) y las sorprendentes, las que no niegan el apoyo pese al mal historial previo.

Sobre el trabajo del genio Darín y de Javier Cámara se sustenta una historia difícil de olvidar, con un guión fenomenal en el que no se nos oculta nada que no debamos saber y nada, tampoco, resulta obvio. Hablando del asunto de una muerte inminente, o de la decisión del enfermo de no seguir tratándose para retratar un desenlace inevitable, sería fácil derrochar palabrería, y en Truman no ocurre; también, pese a lo trágico del argumento, tiene cabida en la película un humor muy bien traído. Conmueve tanto  la figura de Darín, un personaje que quizá no ha llevado una vida modélica, aunque sí honesta, pero cuya actitud ante la muerte sí es admirable y valiente, como la postura que toma ante sus decisiones la figura del amigo fiel y sensato encarnada en Javier Cámara, que lo respeta, lo sabe llevar con paciencia y cariño, lo acompaña y no pide nada a cambio.

Lo cotidiano se convierte en extraordinario en esta peli de Cesc Gay; lo vemos en la preocupación del Darín enfermo por el hogar de su perro cuando muera.

En Truman se sonríe y se llora, por su tono agridulce. Se nos cuenta una historia sencilla (con ambos, pero sobre todo con el personaje de Cámara, es fácil empatizar) desvelándonos la complejidad de sus protagonistas. No hay melodrama ni frases ni subtramas que no aporten valor y contenido al conjunto.

 

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