Loubia Hamra

22/10/2015

Loubia HamraEn El señor de las moscas un grupo de niños trata de organizarse colectivamente, y de sobrevivir, tras hacer frente a un accidente de avión que los ha dejado tirados en una isla desierta. Fuera de aquella isla, el mundo se debate en una guerra pero ellos no tardan en reproducir la suya propia, movidos por la discusión sobre el tipo de autoridad por la que desean regirse y por sus miedos y supersticiones. Analizando la película basada en la novela de Golding con detenimiento podíamos ver cómo cada uno de los niños representaba una tendencia del comportamiento humano, desde el tímido fiable hasta el mandón irracional.

Loubia Hamra, la primera película de la directora Narimane Mari, que se ha presentado hoy en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y en la Casa Árabe, es lo suficientemente ambigua para que podamos extraer de ella múltiples lecturas, pero recuerda irremediablemente a El señor de las moscas. En este caso la guerra no se genera entre los propios chavales, que en las primeras secuencias juegan inocentemente en la playa en imágenes de una belleza hipnótica, sino entre éstos y los adultos, que se comportan a veces de forma violenta y que, con sus decisiones, han motivado que se alimenten casi constantemente de alubias rojas (esa es la traducción del título del filme y también el emblema de la forma de vida de los niños).

Mari, que ya ha presentado este filme con éxito en decenas de festivales internacionales, demuestra su talento al llevar a buen puerto una película protagonizada, prácticamente en exclusiva, por un reparto coral de casi una veintena de críos que actúan con una enorme naturalidad, transmitiendo la vitalidad propia de su edad sin dejarse encorsetar por la ficción. Parecen dejarse llevar como si formaran parte de un documental, bromean entre ellos, discriminan –sin éxito- a las niñas y pasan de la frustración a la acción secuestrando a un soldado al que tratan con cierta simpatía y humanidad.

Ellos juegan a una guerra en principio sin consecuencias reproduciendo los códigos que manejaron los mayores, medio siglo antes, cuando hicieron frente a la Guerra de Argelia, que también comenzó a gestarse cuando creció entre los argelinos el deseo de independencia y el descontento ante el trato dado por la metrópoli a su colonia; puede establecerse un paralelismo entre el conflicto ficticio y el real, en su fase embrionaria: el deseo de tomar distancia de la autoridad “del padre”, de adoptar decisiones propias.

El tratamiento de la fotografía es exquisito: prestad atención a las sombras proyectadas en una pared durante sus juegos de disfraces, casi danzas rituales. El trasfondo de Loubia Hamra habla de violencia, pero las imágenes y los versos de Antonin Artaud, pronunciados por los niños flotando en el mar como en el cielo, que ponen fin a la película (¿Es mejor ser que obedecer?…), transmiten sobre todo sensibilidad.

Podremos disfrutar de la obra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los días 11 y 18 de noviembre a las 19:30 horas y en Zumzeig Cinema (Barcelona) se estrenará el día 23. También podrá verse en Tabakalera (San Sebastián), el día 23 a las 19:00 horas, y en Numax (Santiago de Compostela) en varios horarios desde hoy y hasta el jueves 29

 

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