La novelista y su película: las afinidades electivas

19/01/2023

La novelista y su película. Hong Sang-SooLos ladrillos que construyen las películas de Hong Sang-Soo son siempre sus diálogos, que suelen brotar entre viejos conocidos que hacía tiempo que no se encontraban y que vuelven a verse por razones más o menos casuales, más o menos intencionadas, o entre extraños entre los que surge una complicidad inesperada que les lleva a profundizar en esas conversaciones. Ambos tipos de relaciones emergen nuevamente en su último filme en cines, que no es su último trabajo (en agosto llegará a salas Walk Up).

La novelista y su película vuelve a articular su trama en base a una amalgama de relaciones, esta vez más incómodas las que vienen de lejos y más placenteras las que comienzan, y las palabras de sus personajes no quedan en ningún momento empañadas por los recursos técnicos, una vez más en este autor muy austeros: localizaciones escasas y sencillas, una iluminación muy natural y, además, una elección del blanco y el negro que viene a subrayar el peso de los silencios y de las palabras y que envuelve, aún más, de carácter literario a una obra que ya de por sí nos habla de bloqueos creativos, de dificultades para llevar las letras al cine y de la necesidad de tomar ocasionales distancias respecto al arte para dedicarse a la vida; incluso del paseo y la naturaleza como contextos propicios para la inspiración.

Aunque de manera fluida, y como también es del todo habitual en el cine de Sang-Soo (La mujer que escapó, Ahora sí, antes no), La novelista… se estructura en capítulos bien definidos a partir de los encuentros de la escritora Junhee (Lee Hyeyoung) con unos u otros interlocutores, o con varios de ellos, porque algunas de las figuras acaban por confluir acentuándose sus lazos y sus distancias. Esta intelectual, de personalidad segura, viaja a una pequeña ciudad coreana desde Seúl con el fin de reunirse allí con una vieja amiga que en su tiempo también escribió: Sewon (Seo Younghwa), quien decidió llevar una vida más apacible y abandonó el ejercicio activo de la literatura para poner en marcha una librería modesta que organiza charlas con autores. Por sus palabras deducimos que se tuvieron aprecio sincero y que guardan melancolía hacia su pasado común: una confiesa su desencanto hacia la capital y hacia el mero intento de crear historias; la otra comienza a sentir también dificultades para escribir.

Por consejo de su amiga, acudirá Junhee al alejado mirador de esta localidad, lugar que le deparará otro cruce, este inesperado: con un director de cine, Hyojin (Kwon Haehyo), que tiempo atrás pudo haber llevado a la pantalla uno de sus textos, pero no lo hizo: lo previsible era -se excusó- que no contara con el favor del público. En un primer momento, de hecho, el cineasta se esconde de ella y su conversación será encorsetada e incómoda; Hyojin parece valorar su actividad en función de los réditos económicos que logra, por eso no entenderá que la actriz Kilsoo (Kim Minhee), tercer y más poderoso encuentro de Junhee, a quien ven paseando en los alrededores de la torre, haya abandonado la actuación para disfrutar de un tiempo en calma.

La defensa de la joven por parte de la escritora (y del vive como quieras) acerca a las dos, que continuarán paseando por su cuenta, descubriendo que tienen algunas maneras comunes de ver la vida y planeando poner en marcha, ahora sí, un corto en el que una escriba y otra actúe y que estará basado en los diálogos y las emociones-efectivamente, como la película misma de Sang-Soo-. A ambas las une además, como acabarán descubriendo, su amistad mutua con Sewon, en cuya librería recalarán.

Y en el local tiene lugar un nuevo encuentro que no sospechaban: con el poeta Mansoo (Ki Joobong), amigo y a veces amante de Junhee en su juventud; los dos y Sewon parecen tomar conciencia, en esa nueva reunión, de que las vitalidades de otro tiempo ya pasaron y de que lo que fue ímpetu creativo ha dado paso a un amaneramiento en el que no encuentran autenticidad.

Con una simplicidad absoluta, ha vuelto el director coreano a presentarnos un camino de autodescubrimiento, el de la escritora en su madurez, a partir del encuentro con otros, de la palabra, casi en un sentido filosófico. El corto, por cierto, fue rodado y en color; lo que de él se nos enseña sugiere mucha poesía y un viaje al pasado.

La novelista y su película. Hong Sang-Soo

 

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