Aloys, el observador observado

05/12/2016

Aloys, Tobias Nölle

Yo soy voyeur, tú eres voyeur, él es voyeur. Pero donde todo el mundo mira nos sorprendemos de ser mirados.

En uno de esos suburbios de ciudad centroeuropea donde los edificios-avispero pueden dar lugar a una sensación un poco falsa de anonimato, vive Aloys Adorn, un detective solitario, tanto que niega ser él cuando se encuentra con alguien conocido. Dedica su vida a espiar a los demás, pero seguramente a él le gustaría ser invisible, esquiva a sus vecinos y su relación más cercana (sin serlo demasiado) la mantiene con su gato.

No se aprecian en él deseos de contacto humano hasta que se queda dormido en un autobús y alguien roba sus grabaciones; entonces comienza un juego persecutorio intrincado de llamadas y visiones entre el detective y la mujer que lo espía; una dinámica ambigua e hipnótica en la que Tobias Nölle, el director de este filme premiado con el Fipresci en el Festival de Berlín, nos hace dudar una y mil veces de lo que es real y lo que solo transcurre en la mente de Aloys, proclive a dar por buenas sus ilusiones dada su plana vida cotidiana.

La de este filme no es una trama ordenada, basada en una sucesión de causas y efectos, sino la presentación de un cúmulo de sensaciones mezcladas nacidas de la cabeza, que no de los actos, de un detective que vive en un entorno anodino. No protagoniza un thriller convencional en el que trata de despejar huellas de un crimen ajeno, sino el suyo propio, buscando entender qué le ocurre y qué parte de sus pensamientos son ciertos.

Aloys es una rareza extrañísima, paranoica quizá, una especie de sueño desestructurado llevado a la gran pantalla, aunque (lo habréis notado) no es difícil encontrar en él alusiones a la vida digital: a ese confundir lo que ocurre virtualmente con lo que tiene sentido fuera de la red. De hecho es muy habitual negar esa barrera (no nos mojaremos, pero Nölle quiere que nos cuestionemos si es o no fácil y posible diferenciar lo que es de lo que nos gustaría que fuera; lo aparente de lo indiscutible, e Internet es terreno muy propicio para esos debates).

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