Tan influyente y premiado como controvertido por lo personal de su arquitectura, el canadiense Frank O. Gehry defiende como pilares básicos de sus proyectos el respeto al paisaje y la arquitectura circundante y la consideración hacia la población que utilizará o contemplará sus edificios a diario. Aunque plenamente identificables por ese sello propio de Gehry que unos defienden por su especial particularidad y otros critican precisamente por esa razón, por su imposibilidad para no llamar la atención, sus arquitecturas no transmiten un mensaje común.
Elaborados normalmente a partir de piezas pequeñas que el espectador debe examinar en conjunto para configurar un todo, sus edificios transmiten voluptuosidad, ritmo y aproximaciones tanto a las esencias antropológicas y a lo orgánico como a la ampulosidad de la sociedad de consumo.
Amante de la experimentación, y también del riesgo sin pensar en consecuencias futuras, Gehry ha logrado que sus obras, comparadas por muchos con esculturas, queden convertidas en emblemas de los lugares donde se asientan, que quedan transformados por la labor del Pritzker.
Hasta el próximo 20 de marzo, el LACMA de Los Ángeles dedica al arquitecto una exhaustiva antología que repasa su producción desde comienzos de la década de los sesenta (cuando su firma se estableció precisamente en esa ciudad en 1962) hasta la actualidad. Pueden verse más de doscientos dibujos, la mayoría inéditos para el público, y sesenta y cinco maquetas seleccionadas para ayudarnos a comprender la evolución del pensamiento de Gehry en estos cincuenta años. Varias de ellas no pudieron verse en el Centre Pompidou cuando esta retrospectiva pasó por París.
La exposición presta especial atención a dos asuntos: su relación con el urbanismo y su utilización, desde fines de los ochenta y principios de los noventa, coincidiendo con la construcción de la Escultura Pez de la Villa Olímpica de Barcelona, de la aplicación informática CATIA, una herramienta de software que surgió en la industria espacial francesa. También se emplea en el campo de los automóviles y permite la manipulación digital de las representaciones 3-D.
Los Ángeles guarda una especial vinculación con Gehry: en 1947 el arquitecto se trasladó aquí desde Canadá, se graduó, en 1954, en la University of Southern California, y también se formó en la Harvard University Graduate School of Design. El próximo día 28 recibirá la tercera medalla J. Paul Getty que concede el J. Paul Getty Trust, un reconocimiento destinado a personalidades vivas influyentes en el ámbito de las artes visuales a nivel mundial.
