Espacios alternativos, la cara oculta de la luna

CentroCentro examina la escena artística independiente de Madrid

Madrid,
Isidoro Valcárcel Medina.  Omisión, 1991. FIARP
Isidoro Valcárcel Medina. Omisión, 1991. FIARP

Si hace unos años eran territorio conocido solo por expertos o por quien formara parte profesionalmente de lo que llaman sistema del arte, hoy parece que los espacios artísticos independientes, esos que nacieron más del deseo de experimentar que del de proyectarse, ganan protagonismo y se abren hacia nuevos terrenos: los institucionales. Nos referimos, en la mayoría de los casos, a iniciativas que se diluyeron en el tiempo: es más lento el encaje de proyectos alternativos en curso en las programaciones de centros artísticos consolidados, y muchos pensarán que no es algo negativo si contribuye a que estas propuestas mantengan su esencia.

Hasta principios de este mes, pudimos ver en el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles una exposición dedicada a las actividades que Espacio P desarrolló durante los ochenta y noventa (este ha sido, posiblemente, el proyecto creativo autogestionado de más larga vida en Madrid) y Promoción del Arte ha programado, entre los días 25 y 27 de octubre, el encuentro La auto-organización como una de las Bellas Artes, en el que participarán representantes de propuestas alternativas de dentro y fuera de nuestro país. En esa estela de revisión de los proyectos artísticos colectivos que quieren escapar a caminos ya marcados, CentroCentro presenta, a partir de mañana y hasta febrero, una muestra nacida de la voluntad de analizar lo que dieron de sí las trayectorias de una treintena de espacios independientes de la capital desde la década de los ochenta hasta los inicios de los 2000.

Su comisario, Tomás Ruiz-Rivas, tomó parte en algunos de ellos y ha planteado la exposición a modo de recorrido cronológico y contando con una enorme variedad de materiales que testimonian la labor de estos colectivos, que a veces contaron con miembros comunes pero que desarrollaron iniciativas muy distintas al margen de su nexo experimental.

Con textos introductorios a la historia y los propósitos de cada uno de los proyectos, y documentos, fotografías y vídeos que dejan constancia de una actividad complicadísima de catalogar, CentroCentro ha querido documentar paso a paso una historia desconocida para la mayoría: la de los atrevimientos creativos que tienen la calle o los espacios privados (locales, garajes, pisos) como su escenario natural y que rara vez llegan a las salas de exposiciones. La de los que trabajan en paralelo al arte “oficial” y, normalmente, en grupo, porque entienden la colaboración como elemento intrínseco de una experimentación completa. El comisario lo menciona con cierta nostalgia: No existe ningún museo en Madrid que recoja nuestras historias. Por ello, hemos querido reunir por primera vez estas obras y ofrecer a propios y extraños la crónica de lo que hicimos, lo que fuimos, lo que vivimos.

Hay que recordar que hoy nos hemos acostumbrado a contemplar en museos, incluso en los no centrados en el arte contemporáneo, proyectos site specific e instalaciones, en menor medida performances, y a que en ocasiones se desarrollen, por iniciativa de estas instituciones, trabajos de arte callejero, pero hace treinta o veinte años este tipo de obras solían quedar al margen del discurso establecido. Así que quienes se expresaban por esos caminos tuvieron que optar por canalizar sus ideas por vías propias; como dice Ruiz-Rivas, por inventar su propia institucionalidad.

Diana Larrea.  Sistema de ventilación, 2000. Espacio F
Diana Larrea. Sistema de ventilación, 2000. Espacio F

Precisamente Espacio P abre el recorrido de la exposición en la cuarta planta de CentroCentro: ellos fueron algo así como la primera cooperativa artística española, los padres de lo independiente. Y pese a ser los primeros, no quisieron ser únicos: invitaron a sumarse a sus proyectos en un sótano de la calle Núñez de Arce a cientos de artistas de disciplinas diversas: músicos, cineastas, poetas, fotógrafos… Algo tuvieron sus trabajos de obras de arte totales.

No había entre Garhel y compañía estrellas y nunca recibieron apoyo público, porque no había ayudas concebidas para fomentar propuestas a las que no se les podía poner nombre: intervenciones públicas, fanzines, poemas visuales autoeditados… La suya fue una apuesta contra la rigidez y por el cuestionamiento continuo de la realidad como modo de vida, y de arte.

Como decíamos, no se les abrió, entonces, la puerta de lo oficial, pero sí sembraron influencias. Por ejemplo en El Ojo Atómico, pioneros en España de las propuestas concebidas para espacios concretos; en agrupaciones como Cruce, con veinticinco años de vida, extraña longevidad para estos colectivos amorfos, o en tantos proyectos nacidos en lugares que hace unos años considerábamos ignotos para la creación y hoy, no solo nos son familiares, sino que acogen ferias: pasajes subterráneos, parkings, almacenes, lugares sin uso. Allí surgieron Garage Pemasa, la Galería Valgamedios, la Mari Boom o Doméstico.

También tiene cabida en CentroCentro la edición, a través de La Más Bella, Fast Food o El Perro, o los trabajos que conectaron lo visual y lo escénico de Poisson Soluble o Circo Interior Bruto.

N55.  Snail Shell System, 2003. El Ojo Atómico/Antimuseo
N55. Snail Shell System, 2003. El Ojo Atómico/Antimuseo

La muestra finaliza recordando las propuestas, efímeras pero valiosas por su relación pionera con el ámbito institucional, del festival MAD.03, puesto en marcha por AVAM, la asociación de artistas visuales de Madrid. En plazas y espacios expositivos madrileños presentaron performances y arte de acción vinculado al medio urbano. Sus propuestas incluían, además, cine documental.

Pero Ruiz-Rivas ha querido ir más allá de la recopilación de colectivos y momentos, y buscando traer a la actualidad la actividad de estos grupos ha incluido en la presentación una decena de piezas que artistas que se integraron en ellos han creado para esta exposición: se trata de trabajos de José Manuel Rodríguez de Córdoba (Poisson Soluble), Darya von Berner (Doméstico), Manuel Ludeña (El Ojo Atómico), Cabello-Carceller (para Off Limits) o María Acha-Kutscher (para Antimuseo).

José Manuel Rodríguez de Córdoba.  Cabina, 1984. Poisson Soluble
José Manuel Rodríguez de Córdoba. Cabina, 1984. Poisson Soluble

 

“La cara oculta de la luna”

CENTROCENTRO. PALACIO DE CIBELES

Plaza de Cibeles, 1

Madrid

Del 20 de octubre de 2017 al 4 de febrero de 2018

 

 

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