Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo bajo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.
¿Os embarcaríais en el viaje? ¿Y si desapareciera la última frase?
Con estas palabras intentó Ernest Shackleton en 1907 reclutar marinos para su tercera expedición a la Antártida, que resultó un fracaso, pero ¿y si no lo era? Cualquier camino parece transitable si en el desenlace podemos encontrar una satisfacción.
La muestra colectiva “Del rombo al hexágono hay dos líneas”, que Tania Pardo y Ángel Calvo Ulloa han comisariado para la Galería Rosa Santos de Valencia y que puede verse hasta el próximo 10 de julio, consta de obras de Juan López, Kiko Pérez, Diego Santomé, Xavier Arenós, Andrea Canepa, Carlos Maciá, Rodríguez-Méndez y Ana H. del Amo que no tienen demasiado en común en cuanto a sus caminos de preparación, los procesos que las generaron, pero que han tenido como destino final, , contemplada aquí como un lugar común de eterno retorno. Como siempre se regresa a la pintura, aunque en alguna época se diera este medio por caduco, siempre se vuelve a la geometría.
Las vías, como ya hemos dicho, son múltiples: Carlos Maciá y Rodríguez-Méndez no buscaron premeditadamente que sus piezas fuesen geométricas, pero el primero encontró en líneas y planos la solución a los problemas formales que manejaba y el segundo la mejor manera de hacer plásticas las poesías de Helberto Helder; Ana H. del Amo toma como punto de partida pequeños esquemas para investigar nuevas concepciones de formas y cromatismos y Kiko Peréz trabaja de forma constante con las líneas, sean rectas, verticales u horizontales, como también hacen Andrea Canepa en sus dibujos y Juan López en sus arquitecturas a medio desvelar.
Por su parte, Xavier Arenós ha sido capaz de combinar narración y pura geometría en obras que, como las de Diego Santomé, están compuestas por una trama de de trazos rectos y formas mínimas y austeras: circunferencias, conos o hexágonos.
