Cristino de Vera, Guillermo Pérez Villalta y Xavier Valls: dibujos contra los compartimentos estancos

En la autobiografía que Guillermo Pérez Villalta publicó el año pasado en Ediciones Mecánica Lunar, Espejo de la memoria, escribía el artista: El dibujo carece de los tonos de color que hacen más vívidas las bellezas de la luz y las atmósferas, esa sensación metafísica alejada del tiempo, de lo transitorio y de lo contemplativo. Algunos artistas, como Seurat y Bonnard, me indicaron el camino. También me transmitieron sensaciones varios artistas españoles del siglo XX, como Cristino de Vera o Xavier Valls, injustamente olvidados por la crítica.

Esas sensaciones, aquel párrafo de las memorias del artista, han sido el punto de partida de la exposición que, hasta el próximo 31 de julio, podemos visitar en la Galería Fernández-Braso: “Blanco, negro y, a veces, gris”, que aúna dibujos del mismo Pérez Villalta y de Cristino de Vera y Valls. A su vez, este título procede del texto de Enrique Andrés Ruiz para el catálogo de la muestra, en el que señala que, pese a lo inhabitual del planteamiento del proyecto, no hay razón que impida contemplar unidos los trabajos en papel de estos tres autores porque ya quedaron atrás los tiempos de las incompatibilidades, cuando todo era “o blanco, o negro. O tradición o vanguardia. O conceptual o, como se decía entonces, retiniano”.

Xavier Valls. Membrillo, granada y botella, 1983
Xavier Valls. Membrillo, granada y botella, 1983

De blanco, de negro y, a veces, de gris, también hablaba Robert Venturi en los sesenta, en el que se considera uno de los libros fundaciones del posmodernismo: Complexity and Contradiction in Architecture, y la mención no es casual porque Pérez Villalta lo leyó cuando estudiaba arquitectura. Defendía, ese texto, una noción ecléctica del estilo, proponiendo una interpretación inclusiva de la tradición y también abogando contra la idea de pureza.

En cualquier caso, la muestra que cierra la temporada en esta sala madrileña reivindica el dibujo como expresión artística contemporánea y también el papel como escenario adecuado para dilucidar las tensiones formales y estéticas desplegadas en las últimas décadas.

Villalta, De Vera y Valls tendrían, en ese sentido, más en común de lo que parece: son autores de obras singulares y reconocibles que se han mantenido fieles a sus propios principios intelectuales, que han convivido con las vanguardias y han tomado de ellas aquello que consideraban nutritivo, dejando a un lado los elementos que no aportaban sino divergencia a su producción. Aunque no por ello dejan de ser notorias, tampoco en estos dibujos, sus diferencias, relacionadas en parte con su pertenencia a generaciones diferentes.

A Pérez Villalta lo asociamos a una pintura ilusionista, enraizada en el manierismo y poblada de ornamentos, perspectivas especiales y laberintos; escorzos y narrativas. La producción de sus mayores, Xavier Valls y Cristino de Vera, es difícil, sin embargo, de explicar, sin hablar de sencillez, silencio y pureza, por eso a la hora de entender las razones de la admiración del gaditano por aquellos tendremos que pensar en la apelación de los tres a la sensibilidad, lo corporal y la carne. Probablemente supo distinguir en Vera “el tratamiento metafísico de la luz”, que él consideraba el elemento más importante de su pintura, y en Valls una “sensación metafísica alejada del tiempo”.

"Blanco, negro y, a veces, gris". Galería Fernández-Braso
“Blanco, negro y, a veces, gris”. Galería Fernández-Braso

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