Quieto todo el mundo. Cine español 1979-1990

Desde el 18 de enero, en el CA2M de Móstoles

CINE LOS DOMINGOS  QUIETO TODO EL MUNDO. CINE ESPAÑOL 1979 — 1990

“No hay nada nuevo realizable aquí, nada más que aportar”, cantan Décima Víctima en La Razón de la Discordia. Es 1982 y ese mantra atraviesa todo el metraje de Cuerpo a cuerpo (Paulino Viota, 1982) pero también podría formar parte de la banda sonora de las otras cinco películas que componen este ciclo. La sociedad española encara el inicio de la década de los ochenta con un ánimo disociado, entre la necesidad de libertad y una cierta sensación de derrota, entre la celebración y el desencanto. La democracia ha llegado bajo el llamado espíritu del consenso y los Pactos de la Moncloa deshacen buena parte de los ideales de utopía, ruptura y experimentación social de los colectivos de lucha antifranquista. El golpe de Estado del 23F inoculará en la población más si cabe el convencimiento de que la estabilidad de la democracia debe seguir un guión establecido de antemano, sin sorpresas ni giros dramáticos.

En 1992 escribe Gregorio Morán con amarga ironía: “La Transición a la democracia iba a ser el nacimiento del mundo. Jornada tras jornada iría apareciendo el universo democrático hasta que la obra se diera por concluida y el mundo, nuestro mundo, se pudiera considerar si no perfecto al menos acabado. (…) Enterrado Franco empezaba a contar nuestra vida”. Ese nuevo mundo aparece en las películas del ciclo como un limbo, un espacio inmóvil, un tiempo clausurado en donde la construcción de un destino compartido parece una quimera. Si el anterior ciclo comisariado por Los Hijos, La ciudad es nuestra, trataba el modo en que el cine de los setenta describía (y a la vez articulaba) lo común –representaba a una sociedad cohesionada, con lazos solidarios, con un destino concreto–, en Quieto todo el mundo la desconexión interpersonal, la pérdida de valores de referencia y un ensimismamiento gradual constituyen el magma del que emergen películas protagonizadas por una generación estupefacta y desorientada: la que vivió el franquismo y no sabe cómo vivir en ese nuevo mundo con el que soñó en su juventud. Un cine poblado por individuos solitarios, habitantes de casas vacías y ciudades inciertas, nostálgicos perennes, con existencias a veces ficticias a veces fantasmales, sin presente ni futuro al que agarrarse.

Esa generación estática chocará con una generación más joven, los que el periodista John Hooper describe como aquellos “sin empleos que ocupar ni manifestaciones a las que incorporarse”, jóvenes que no han conocido el franquismo más que como telón de fondo infantil y que “no conocen el miedo” en palabras de la protagonista de Gritos… a ritmo fuerte (José María Nunes, 1984), crónica documental del desencuentro entre una pareja de progres que intenta comprender a las jóvenes bandas de rock, punk y tecnopop de la Barcelona del 83, atravesadas por un lúdico nihilismo, o como las relaciones de pareja de Cuerpo a cuerpo, reverso desapacible y crudo de las comedias ligeras de Colomo y Trueba. El ciclo de películas se puede considerar un retrato de grupo de la clase media española, nacida del desarrollismo de los años sesenta y que en los ochenta parece vivir un esplendor tardío y equívoco, como el Alfredo Landa de Las verdes praderas (José Luis Garci, 1979), la epifanía de fin de semana de un hombre de éxito profesional que sigue siendo un desclasado de existencia mediocre e infeliz, o el monólogo desgarrado y estremecedor de Esperanza Roy en Vida/Perra (Javier Aguirre, 1982), viuda que únicamente puede relacionarse con el vacío de su propia voz y los fantasmas que convoca. La cultura parece también apresada en un laberinto que ella misma ha diseñado, como los dos escritores protagonistas de Epílogo (Gonzalo Suárez, 1984), sombras de un pasado encriptado que no puede salir a la luz, que no se puede narrar, como dinosaurios en un mundo en donde “ya no quedan historias que contar” o el retrato de otra juventud monstruosa que supone El encargo del cazador (Joaquim Jordà, 1990), semblanza del arquitecto, pintor y cineasta Jacinto Esteva, broche definitivo al desencanto y desmoronamiento de toda una élite intelectual moribunda, atrapada en viejas hazañas y leyendas.
PROGRAMA
Domingo, 18 de enero, a las 18:30 horas
Las verdes praderas
José Luis Garci, 1979, español, 89 min.
Coloquio tras la proyección

Domingo, 25 de enero, a las 18:30 horas
Vida / Perra
Javier Aguirre, 1982, español, 93 min.
Coloquio tras la proyección

Domingo, 1 de febrero, a las 18:30 horas
Cuerpo a cuerpo
Paulino Viota, 1984, español, 82 min.
Coloquio tras la proyección

Domingo, 8 de febrero, a las 18:30 horas
Gritos… a ritmo fuerte
José María Nunes, 1984, español, 108 min.
Coloquio tras la proyección

Domingo, 15 de febrero, a las 18:30 horas
Epílogo
Gonzalo Suárez, 1984, español, 91 min.
Coloquio tras la proyección

Domingo, 22 de febrero, a las 18:30 horas
El encargo del cazador
Joaquim Jordá, 1990, español, 90 min.
Coloquio tras la proyección

 
ASISTENCIA:
Entrada libre

 
PARA MÁS INFORMACIÓN:
www.ca2m.org