Cómic. Arquitectura narrativa

Enrique Bordes

Cómic. Arquitectura narrativa. Enrique Bordes“Existe una diferencia fundamental entre dibujar y hacer cómic. Cuando dibujo estoy intentando reproducir el mundo, lo que veo. Mientras que cuando hago cómics estoy intentando reproducir mis memorias, mis fantasías, es una actividad de síntesis […] cuando dibujo es solo una actividad de reproducción”. (Cris Ware, 2014)

La controversia sobre si el cómic es un subproducto cultural, si es o no literatura o arte, es vieja y un tanto aburrida. Menospreciar o negarle valor al cómic no parece tener ningún sentido a día de hoy y además es fácilmente refutable con ensayos como este del arquitecto, profesor y estudioso de las artes visuales, sobre todo los cómics, Enrique Bordes, que ahora tenemos en nuestras manos. Empecemos por decir que el cómic como tal nació en el siglo XIX pero que como manifestación que es de una narración a través de imágenes se puede rastrear su origen en las más tempranas muestras humanas surgidas de la necesidad de dejar constancia de una historia a través del tiempo. Cómic. Arquitectura narrativa nace de la tesis doctoral de Enrique Bordes y en su primera parte se ocupa precisamente de ese tipo de representaciones donde la tradición figurativa del cómic hunde sus raíces. Narraciones de hechos y personajes singulares dignos de ser recordados o tenidos en cuenta por los humanos las encontramos, por ejemplo, en los jeroglíficos egipcios, en las victorias militares de la Columna de Trajano o en las visiones apocalípticas de los Beatos… En todas estas manifestaciones artísticas se representan secuencias en las que tiempo, espacio y sonidos son emitidos en una acción simultánea.

Pero la idea principal que articula todo el libro (que es, como señala Antonio Bonet Correa en su prólogo, un compendioso volumen…) es la de relacionar el cómic con la arquitectura y los arquitectos. A lo largo de los capítulos en los que se divide la publicación, se van analizando las forma de la construcción del campo visual de las viñetas, sus tamaños, dimensiones y escalas. También a lo largo del libro descubrimos cómo el dibujo une a creadores de narraciones gráficas y edificios y es que el objetivo de Bordes es mostrar cómo dibujar arquitectura y narrar en un papel tienen un origen común y un desarrollo paralelo y nos propone un paseo cronológico por casos que ayudan a visualizar hasta qué punto el lenguaje narrativo visual ha estado vinculado con las formas arquitectónicas y su representación. En el apartado “El cómic y los arquitectos” explora esta relación desde varios puntos de vista: se dibuja un pequeño recorrido por aquellos autores que han estado en contacto directo con la arquitectura, intentando descifrar hasta qué punto han profundizado en la concepción de la historieta como estructura espacio temporal o como objeto de diseño arquitectónico. Dos casos únicos: Le Corbusier y Windsor McCay. Pero Rem Koolhaas y Yona Friedman tampoco escapan al análisis por su uso de la comunicación visual cercana al cómic.

Se ocupa en sus páginas de la representación arquitectónica: las secciones verticales, pero también las plantas, que por su visión cenital poco frecuente no son tan utilizadas; elementos arquitectónicos como la ventana; o la descripción de espacios desde la habitación a la ciudad. Y como no, también de las personas, la inclusión necesaria del ser humano en las historias.

No se olvida Bordes en el capítulo correspondiente a “Construcciones narrativas contemporáneas” de un título muy español, a pesar de su nombre, 13 Rue del Percebe, del maestro Ibáñez. Su estructura, su encuadre y sus personajes son analizados al referirse el autor a ejemplos en los que lo que vemos no es solo la sección de un edificio sino una enorme escenografía teatral abierta.

El libro es casi una minienciclopedia temática, llena de referencias teóricas y visuales, con menciones a los más importantes creadores de cómic, desde los más clásicos a los más innovadores. La evolución de la viñeta, sus aspectos técnicos, cómo se construye el cómic desde su unidad más básica. Cómo lo leemos y cómo lo interpretamos. Tampoco falta un capítulo dedicado al color como mecanismo narrativo, en el que encontramos curiosos estudios como el presentado en 2013 por Tim Leong, que revela que los colores primarios son utilizados (como norma) para los “buenos”, mientras que para los villanos suelen emplearse los complementarios. Como broche final, el volumen se completa con once páginas dedicadas a bibliografía, dividida en cuatro bloques: Historia y teoría; Arquitectura y cómic; Obras y Fuentes en línea.

 

TÍTULO: Cómic. Arquitectura narrativa
AUTOR: Enrique Bordes
EDITORIAL: Cátedra
COLECCIÓN: Signo e imagen
PÁGINAS: 408
PRECIO: 28 euros

 

 

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