Christopher Williams, felicidad en serie

El MoMA abre la primera retrospectiva del fotógrafo

Christopher Williams. The Production Line of Happiness

MoMA. THE MUSEUM OF MODERN ART

11 West 53 Street

Nueva York

Nueva York,

Tras su paso por el Art Institute of Chicago y antes de recalar en la Whitechapel Gallery de Londres, hasta el 2 de noviembre podemos visitar en el MoMA la primera retrospectiva dedicada al fotógrafo estadounidense Christopher Williams. Lleva por título “The Production Line of Happiness” y repasa los 35 años de trayectoria artística de Williams, cuya obra guarda, temáticamente, estrecha relación con el cine y con la propia labor del fotógrafo en su vertiente más técnica.

Formado en el California Institute of the Arts a finales de la década de los setenta, Williams formó parte de la primera ola de creadores conceptuales de la Costa Oeste, de la que también formaron parte John Baldessari, Douglas Huebler y Michael Asher, poco después se embarcó en la docencia con el fin de ganar influencia en los nuevos artistas y aún hoy trabaja como profesor de fotografía en la Academia de Arte de Dusseldorf.

En sus imágenes quedan patentes sus hondos conocimientos sobre la historia de la fotografía, el cine, la arquitectura y el diseño. Planteadas desde la concisión, contienen una crítica velada a los males sociales derivados, a su entender, del capitalismo tardío, y a la contemporánea concepción de la fotografía como un agente más al servicio del espectáculo y el consumo.

El título de la exposición que el pasado domingo se inauguró en el MoMA, elegido por el propio Christopher Williams, procede de una expresión presente en un documental de Jean-Luc Godard titulado Marcel en el que el protagonista, un cineasta amateur, compara la rutina de su empleo diario como empleado de una fábrica con la evasión que le proporciona su afición por el rodaje de películas en la campiña suiza. En el caso de la esta muestra, la cita parece aludir a la función de un buen número de fotografías en nuestra actual cultura de consumo, en la que su valor formal o estético ha quedado relegado por su valor publicitario como productoras de experiencias o como medios de anunciación de determinados productos, en definitiva, como herramienta al servicio del engranaje de la oferta y la demanda.

En sus imágenes quedan patentes sus hondos conocimientos sobre la historia de la fotografía, el cine, la arquitectura y el diseño

En Nueva York, y después en Londres, podrán verse ocho cortos Super-8 poco conocidos, sus grandes proyectos de las décadas de los ochenta y noventa e instantáneas, más de un centenar, de sus series más conocidas, como Die Welt ist schön (The world is beautiful) (1993-2001) o Dix-huit leçons sur la société industrielle (Eighteen lessons on industrial society), proyecto aún en curso iniciado en 2003. Aunque la antología se centra en la fotografía, incluye también escritos, sus vinilos “supergraphics” y algunas intervenciones arquitectónicas.

Entre las piezas más buscadas encontramos Source (1981), un conjunto de fotos de fotografías y Angola to Vietnam (1987-1989), una instalación de imágenes que analizan la interacción de ciencia y política.

La propia articulación física de la exposición ejerce como instalación visual, incorpora elementos de otras muestras y hace referencia al interés por el diseño y la arquitectura que es común a toda la obra de Williams.

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