Carmen Herrera, la abstracción tenaz

La Lisson Gallery muestra en Nueva York su obra reciente

Nueva York,
Carmen Herrera
Carmen Herrera

Hoy la Lisson Gallery, que ya cuenta con sedes en Londres y Milán, abre su primer espacio expositivo permanente en Nueva York, en 504 West 24th Street, mostrándonos pinturas recientes de una artista que lleva cerca de ochenta años trabajando pero que se dio a conocer en el circuito internacional hace cerca de diez gracias a una producción siempre fiel al minimalismo y la abstracción.

Carmen Herrera cumplirá 101 años el próximo 31 de mayo, continúa pintando en el apartamento de Manhattan en el que reside desde 1954, y tras esta muestra en Lisson dedicada a sus trabajos de los últimos dos años, presentará en septiembre una retrospectiva en el Whitney Museum.

Aparentemente sus pinturas están dominadas por contornos duros y líneas rectas, pero una contemplación más cercana contradice hasta cierto punto esa impresión: las grandes superficies de color que las estructuran están realizadas a mano. Herrera domina los grandes formatos, y en Lisson podremos ver, además de su utilización en piezas individuales, otras estructuradas en dípticos o trípticos.

Ha seguido contando, en estas producciones recientes, con motivos recurrentes en sus composiciones pasadas, como el galón, el tablero de damas, formas triangulares y cuadrangulares… y nos muestra cómo continúa indagando en las relaciones entre fondo y forma y en las posibilidades del color; en buena parte de estas obras son dos los dominantes, aunque jugando con su apariencia o ausencia: por ejemplo, en Alba (2014) un fragmento de lienzo sin tratar sustituye a uno de esos dos planos cromáticos que componen sus pinturas.

Carmen Herrera. Blanco y Verde, 1959
Carmen Herrera. Blanco y Verde, 1959

Otra de las piezas expuestas es Alpes (2015), en la que Herrera plantea un patrón de triángulos verdes y blancos en alternancia, a modo de dientes apretados, pero queda fuera de esta especie de dentadura un triángulo verde, así que la secuencia se disuelve en una extensión abierta de blanco apenas contenida por el borde exterior del díptico.

Pese a la coherencia del conjunto de su producción y su tratamiento constante del espacio pictórico articulado en superficies de color, la artista no ha cerrado la puerta a variaciones ocasionales, sobre todo en la perspectiva, gracias al efecto de inclinación de algunas superficies.

La obra de Carmen Herrera conecta estilísticamente con el Constructivismo latinoamericano y europeo, con el arte concreto, el neoplasticismo de Mondrian y el movimiento francés Abstraction-Création, pero ella se ha mantenido intencionadamente al margen de cualquier corriente, pese a que en los años treinta y cuarenta, cuando muchas de estas tendencias se gestaban, ella residió en La Habana (donde nació en 1915), París y Nueva York.

Respecto a la antología que le dedicará el Whitney, que abrirá sus puertas el 16 de septiembre y permanecerá abierta hasta enero, podemos adelantaros que repasará, a través de medio centenar de obras, tres décadas de su trayectoria a partir de las primeras pinturas abstractas que realizó en París al finalizar la II Guerra Mundial. Será su primera gran individual en un museo neoyorquino desde la exposición que le brindó en 1998 el Museo del Barrio.

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