Carlos Irijalba: Skins

La Galería Moisés Pérez de Albéniz presenta su primera individual en Madrid

Madrid,
Carlos Irijalba. Skins
Carlos Irijalba. Skins

En 2010, Carlos Irijalba visitó una compañía dedicada la reproducción de imágenes en 3D que había colaborado a finales de la década de los noventa en la fabricación de réplicas de las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira y de otras de la cornisa cantábrica cerradas al público para garantizar su conservación. Esta empresa cayó en bancarrota con la crisis económica y sus escaneos quedaron almacenados en disquetes en formato ZIP, un recurso hoy en día obsoleto, casi arqueológico al lado de la tecnología digital de hoy.

El escáner en tres dimensiones no es sensible a la imagen, por lo que su ultrasonido lee sólo la forma y el volumen, perdiéndose la intervención humana. Los escaneos reflejan sólo lo que podríamos llamar la piel de la cueva, no información cultural, ni color, ni representaciones.

Donde no puede darse restauración, cada pieza es un nuevo objeto

El destino del trabajo de aquella empresa llevó al artista a reflexionar sobre el hecho de que cada traslación de contenidos de un formato a otro implica pérdidas, y en definitiva, sobre el hecho de que más tarde o más temprano la historia se borra a sí misma.

A partir del 24 de enero, estas ideas de Irijalba se materializan en la muestra “Skins”, la primera individual del navarro en la Galería Moisés Pérez de Albéniz y en la ciudad de Madrid. Para este proyecto, se ha servido del lenguaje de la réplica a la hora de invitarnos a repensar la necesidad que tenemos de los objetos, lo que hay en ellos de prescindible y de imprescindible: ha impreso las paredes de Altamira utilizando materiales como sal, asfalto o metal, sin reproducir sus pinturas: nos muestra su estructura manteniendo el lenguaje y las imperfecciones de la réplica, pero retrotrayéndonos a su estado anterior a cualquier intervención humana, despojando a las cuevas, al fin y al cabo, de su carga histórica.

Así, donde no puede darse restauración, cada pieza es un nuevo objeto.

Carlos Irijalba, una de cuyas piezas forma parte de la muestra abierta ayer en CentroCentro sobre la Colección Barrié, acaba de finalizar una residencia en la Rijksakademie de Amsterdam y también ha participado recientemente en programas artísticos del MA Studio Residence de Pekín y el ISCP de Nueva York.

Cuenta con un currículum excelente: en 2003 recibió la Beca Guggenheim Bilbao de fotografía; en 2007, la Beca de Artes Plásticas Fundación Botín; en 2009 el Premio Purificación García y el de Generaciones y al año siguiente, el concedido a un fotógrafo revelación en PHE.

Irijalba se ha servido de la fotografía como un medio más en el marco de la producción plástica de sus textos o estudios, a medio camino entre lo científico, lo documental y lo artístico. Podemos hablar de sus imágenes como de trazos que limitan el territorio al cuadro, que, sin embargo, describe un espacio que lo desborda.

Sus motivos temáticos no son azarosos, pero constituyen sólo una parte de una reflexión general y más amplia en la que la experiencia del tiempo y el espacio es siempre relativa y lo real, una construcción colectiva.

El pasado diciembre, Irijalba ya presentó “Skins” en el Weekend Art Ámsterdam. Ha sido elegido como uno de los ocho artistas más prometedores de la Residencia Rijksakademie.

 

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