Blanca Gracia y la fluidez

La artista presenta en el Centro de Arte Alcobendas “Panta rei / Los objetos desobedientes”

Alcobendas,
Blanca Gracia. Hay que imaginar a Sísifo feliz
Blanca Gracia. Hay que imaginar a Sísifo feliz

Exóticos y excéntricos, aunque no más que nuestro mundo real de cuyas fallas se nutren: así son los escenarios que suele pintar Blanca Gracia, una artista madrileña que no alcanza la treintena a la que fascinan selvas, tribus, espacios imaginarios de aire neocolonial que hacen fácil pensar en Gauguin o Dzama, pero también en referentes literarios como Juan Rufo o William Faulkner.

Licenciada en Bellas Artes por la Complutense, realiza dibujos y animaciones además de pinturas, pero sus temáticas son recurrentes: encontramos reductos de escape y de liberación ajenos a nuestra realidad política y social y también al intento de control humano de la naturaleza propio de nuestro tiempo.

A partir del próximo 8 de septiembre, Gracia presenta en el Centro de Arte Alcobendas “Panta rei / Los objetos desobedientes”, una muestra en la que, en línea con sus trabajos anteriores, ensalza los libres caminos seguidos por el paisaje que no depende de la mano humana: encontraremos flores que con el tiempo se curvan, rocas cuya composición se transforma, hombres cuya indumentaria es evidentemente efímera…en alusión a aquella noción de Heráclito del cambio permanente, del agua de un río que nunca es la misma y cuyo transcurso nadie puede alterar. Aunque sea la naturaleza la protagonista, esa idea de fluidez puede hacerse extrapolable a cualquier situación personal o social; la artista alude aquí a la nula solidez real de cualquier institución que no sea la que podría representar el propio tiempo y su devenir.

El conjunto de las obras que formarán parte de esta exposición en Alcobendas, abierta hasta el 15 de octubre, compondrán en su conjunto un todo formado por fragmentos, grandes y pequeños, trascendentes y más banales.

Un vídeo que permanecerá oculto servirá como cronómetro de lo simbolizado al otro lado de la sala de exposiciones: los objetos, antes estáticos, se pondrán en movimiento con León Theremin como maestro de ceremonias: él tocará precisamente el Theremin, uno de los primeros instrumentos electrónicos conocidos. Así presentará los ciclos que estructuran el proyecto: El paso de sólido a liquido (La roca de Sísifo), Metamorfosis (gusano – crisálida – mariposa nocturna), Florecer y decaer (vida – muerte), y, por último, Lo invisible (El alma intangible y fugitiva). Rindiendo homenaje a la idea de Albert Camus de que el azar y el caos reinan en el mundo, una avispa conseguirá hacer caer a un caballo, una oruga desvelará un ejército al ritmo de la Obertura 1812 de Tchaikovsky para después convertirse en mariposa y la invención de León Theremin de (su instrumento) se convertirá en herramienta de espionaje para la URSS.

 

 

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