Bel Fullana y el emperador desnudo

La artista presenta en el Espacio Dörffi de Lanzarote un proyecto sobre el individuo contemporáneo y su superficialidad

Madrid,

Hace pocos meses os contábamos que Bel Fullana, una de nuestras primeras fichadas, se estrenaba en la madrileña Galería Herrero de Tejada con una muestra, “Tarzana”, en la que nos presentaba a distintas mujeres en estrecha comunicación con la naturaleza, dejándose llevar bien por la paz del paisaje, bien por sus instintos asilvestrados. Este verano, la artista mallorquina expone de nuevo, ahora en el Espacio Dörffi –puesto en marcha en Lanzarote por otro de nuestros fichados, Adonay Bermúdez– y allí ha llevado “Miss Mierda”, otra serie de trabajos que realizó el año pasado en los que alude a las múltiples capas de superficialidad que velan la mirada de los individuos de nuestra época. Ofrece, como es habitual en ella, un retrato irónico, personal y sin prejuicios, de todas las maniobras para magnificar las apariencias que tantos han incorporado a su día a día, sobre todo los que han hecho de las pantallas un apéndice de sus manos.

Miss Mierda es un sujeto colectivo en el que podemos reconocer a quienes dan más importancia a gustar que a gustarse, a ser reconocidos que a ser válidos. En las obras de Fullana (Demasiado carmín, Make up beast), Miss Mierda se maquilla excesivamente, pero su chapa y pintura es metafórica de todos nuestros excesos, no solo estéticos, para alcanzar la buena imagen, cada vez más numerosos, desmesurados y automáticos.

Este personaje, cuyo kit de resistencia lo forman pintalabios, móvil y tabaco, hace el ridículo y es fácil de ridiculizar, porque curiosamente ese es el resultado que logran los que se obsesionan por ser valorados, pero Fullana la trata –y ha sido así en el caso de todos sus personajes– con la empatía que maneja el que no se siente ajeno a nada humano, con mucho humor y con la ternura que da ser tan observadora como cómplice de esas extravagancias, exorcizadas en cierto modo al ser representadas. En el fondo, nuestro tiempo las ha normalizado.

Bel Fullana. Demasiado carmín, 2017
Bel Fullana. Demasiado carmín, 2017

En su producción suele haber acidez, y a veces una crítica desarrollada desde la frescura y no desde el enfado, pero lo que sobre todo encontramos es vitalidad y osadía: invita al espectador a reírse de sí mismo y a observar el mundo con más curiosidad y menos cansancio. Con ese espíritu tiene mucho que ver su estética: sus trazos, que destacan por su simplicidad, remiten obviamente a los infantiles, y para divisar las intenciones de las obras tenemos que acercarnos y encontrar lo cándido en lo perverso, lo atrevido en lo inocente. Una vez detenidos ante las obras, no será difícil descubrir esas segundas lecturas, porque el estilo de Fullana es tan sintético como expresivo y prescinde de elementos anecdóticos que puedan despistar al espectador.

Su búsqueda de simplicidad nace de otra búsqueda anterior: la de lo auténtico.

Bel Fullana. Laca de uñas, 2017
Bel Fullana. Laca de uñas, 2017

 

 

 

Bel Fullana. “Miss Mierda”

ESPACIO DÖRFFI

c/ Guágaro, 6

Arrecife, Lanzarote

Del 22 de junio al 22 de julio de 2018

 

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