Se forma en la Academia de San Alejandro de la Habana bajo la tutela de Leopoldo Romañach, recibiendo influencias de impresionistas. Tras seguir sus estudios en Nueva York, en 1927 se traslada a París donde permanece hasta 1933: estudia en la Académie de la Grande Chaumiére, en la Ecole Nationale Supérieure des Beaux Arts y en la Ecole du Louvre, sin olvidar sus contactos con la artista constructivista y diseñadora de escenarios Alexandra Exter, de quien aprende composición y diferentes lecciones de color. En 1934 regresa a Cuba, trabajando en el taller de cerámica de Santiago de Las Vegas. Autora de numerosas obras murales, su pintura se caracteriza por un fuerte lirismo, que con el tiempo tiende a la abstracción, donde las distintas formas de la naturaleza llenas de color evidencian el poder decorativo de su obra, recordando así los lienzos de Matisse y Léger . En 1968, el Museo Nacional de la Habana ofrece una exposición retrospectiva.