Coincidiendo con el 80º aniversario del Guernica, objeto este año de celebración en el Museo Reina Sofía a través de una exposición sobre su contexto y de un portal que recoge abundante documentación sobre la obra, el Museo San Telmo de San Sebastián presenta, a partir del 25 de noviembre, la muestra “La risa del espacio (Guernica). José Ramón Amondarain”, segundo capítulo de otra que el artista preparó hace cinco años en ARTIUM en torno al mural de Picasso, del que es muy buen conocedor.
Estudiando a fondo la pintura del bombardeo, Amondarain trabajó, a petición de Daniel Castillejo, en un proyecto propio inspirándose en el del malagueño, en su proceso de creación y en sus extensas implicaciones a nivel histórico y social. Sabemos que Picasso realizó el Guernica desde la urgencia y en un tiempo muy preciso y significativo, el de nuestra Guerra Civil, quedando documentados sus pasos en las fotografías de Dora Maar; en esas instantáneas se ha basado Amondarain para diseñar ocho grandes lienzos de su Guernica personal, desde un primer abocetamiento de la obra en carboncillo hasta el mural final, en un tamaño semejante al del original.
Aquella propuesta, que en ARTIUM vimos desplegada y aquí replegada, nos traslada al interior temporal del cuadro para repensarlo a partir de sus diferentes etapas y ejecuciones: plantea un estiramiento del tiempo (Picasso la ejecutó en alrededor de un mes), tratando sus instantáneos procesos mentales a cámara lenta y poniéndolos en comunicación con los del propio Amondarain, en una espiral creativa y comunicativa que introduce al espectador en una intensa secuencia atemporal, en un juego de representaciones y reproducciones: nos colocaba ante una pintura que es fotografiada y unas fotografías que son hoy pintadas; por tanto, en dos dimensiones distintas, la del cuadro incluido en la imagen y la de la propia imagen.
Como indica el título de la exposición, hay humor en el planteamiento, nacido al calor de una reflexión sobre la propiedad intelectual y la autoría: tiene mucho de irónico, casi de surrealista, encontrar a quien copie el Guernica, pero hay que tener muy presente que Picasso tomó infinitas referencias visuales a la hora de desarrollar esta obra y que nunca dudó en reinterpretar maestros. Su ejercicio de apropiacionismo nos permite repensar el hoy y el ayer de los procesos creativos, el carácter icónico de la obra antes y ahora, la permanente actualidad del mural -porque los conflictos no se extinguen- y el sentido de su fetichismo, de su valor como emblema.
Pero hay más: esos ocho lienzos no pueden verse completos en San Sebastián porque su exposición es incompatible con la Ley de Propiedad Intelectual: el rizo del rizo y un problema hecho oportunidad, porque ahora componen “Urgencia embalada”. Sí podemos examinar otros cuatro, acompañados por un millar de dibujos, fotografías y objetos relativos a las interioridades y repercusiones de un mural aquí reinventado que, a fuerza de observarse y revisarse, se ha convertido en espejo de psicologías individuales y colectivas.
Como decíamos, completan los murales dibujos creados con técnicas fotográficas, témperas muy realistas, bocetos, esculturas elaboradas con arcilla, óleos y una instalación aérea que, en conjunto, diseccionan el Guernica desde lo plástico pero con precisión de cirujano. Por cierto, Amondarain no cree que la fotografía exista ya: la considera otra forma más de pintar.
“La risa del espacio (Guernica). José Ramón Amondarain”
Plaza Zuloaga, 1
San Sebastián
Del 25 de noviembre de 2017 al 25 de febrero de 2018
