La ola continua de teamLab transforma el Espacio Fundación Telefónica

Primera muestra en España del reconocido colectivo japonés

Madrid,
teamLab. Enso - Cold Light, 2018. Fundación Telefónica
teamLab. Enso – Cold Light, 2018.

Tocar una pared negra y ver cómo de nuestra mano nacen mariposas de colores o sumergirnos virtualmente en un mar embravecido son dos de las propuestas con las que el colectivo japonés teamLab trata de desafiar nuestros sentidos, invitándonos a una novedosa experiencia sensorial vinculada con el arte. Con esta exposición en el Espacio Fundación Telefónica, donde hasta el próximo 1 de septiembre permanecerá abierta la que es la primera muestra en España de este reconocido colectivo, teamLab no solo transforma el entorno sino que introduce una nueva relación entre la tecnología y el ser humano.

Esta no es la primera vez que la Fundación Telefónica apuesta en su programación por este tipo de instalaciones en las que la tecnología se pone al servicio del arte, y seguro que sois muchos los que aún recordáis la sensación envolvente que producían las obras de Jennifer Steinkamp, expuestas en estas salas hace ahora un año.

El trabajo de teamLab va todavía un paso más allá. La obra principal de las tres que presentan en esta ocasión, que lleva por título Black Waves. Lost, Immersed and Reborn (2019), incorpora más de 30 proyecciones, suelos reflectantes y sonido ambiental para recrear un poderoso efecto inmersivo, en el que el agua –y su representación visual– es la gran protagonista. Esta obra nos remite de algún modo a la tradición pictórica japonesa, muy presente en todas las creaciones del grupo, y resulta inevitable pensar en La gran ola de Kanagawa, pintada por Hokusai en 1830.  Kazumasa Nonaka, uno de los miembros de teamLab, señalaba durante la presentación de la pieza cómo fueron, posiblemente, estos pintores japoneses los que empezaron a representar el agua de la lluvia como líneas, pues hasta entonces lo habitual era pintar ambientes húmedos o suelos mojados pero no el efecto en sí de la lluvia al caer. En el caso de la instalación de teamLab, tras calcular la interacción de miles de partículas entre sí, un espacio 3D generado por ordenador expresa su movimiento en una gran masa de agua que da lugar a una ola continua. Si nos acercamos mucho a la pared nos situaremos en el centro de la ola, si la miramos con un poco más de distancia será todo un mar el que nos rodee, pero en ambos casos estaremos formando parte de la obra, que se completa, precisamente, gracias a la acción del espectador, que al recorrer el espacio interactúa provocando cambios en ella, de la misma forma que lo hace nuestra presencia en la naturaleza.

teamLab. Flutter of Butterflies, Born from Hands, 2018. Fundación Telefónica
teamLab. Flutter of Butterflies, Born from Hands, 2018.

Algo parecido sucede con Flutter of Butterflies, Born from Hands, una pieza que logra trascender los límites físicos y temporales del arte convencional, presentando una obra que evoluciona en tiempo real, una transformación continua que depende del entorno y que hace que el movimiento de las mariposas no se repita nunca. Son nuestra presencia y voluntad las que activan o detienen esta obra, que quiere hacernos reflexionar sobre el frágil equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, sobre el lugar que ocupamos formando un todo con ella y sobre nuestra responsabilidad.

Por último, Enso – Cold Light (2018), ofrece una reinterpretación de la caligrafía tradicional y la práctica zen consistente en dibujar un círculo con una sola pincelada, evolucionándola hacia lo que denominan caligrafía espacial. Ese gesto simboliza la iluminación, la fuerza, la elegancia, el universo y el vacío; y el círculo, el momento en el que la mente se libera para que el cuerpo o el espíritu puedan crear. Lo que vemos en la obra, gracias a la tecnología 3D es cómo el trazo va girando desde el primer movimiento hasta que el círculo se completa.

teamLab. Black Waves: Lost, Immersed and Reborn, 2019. Fundación Telefónica
teamLab. Black Waves: Lost, Immersed and Reborn, 2019.

El éxito de teamLab, fundado en 2001 por Toshiyuki Inoko y formado en la actualidad por más de un centenar de profesionales, ha ido en aumento desde que en 2011 se descubrieran sus trabajos en una exposición realizada en la Kaikai Kiki Gallery de Taipei. Fue sin embargo en otra muestra, dos años después, cuando comenzó realmente su vinculación con el mundo del arte. Hoy en día son un referente dentro del arte digital, aclamados por usar un lenguaje visual radicalmente contemporáneo y de un nivel tecnológico sin precedentes, capaz de expandir las posibilidades del arte y de reformular la relación del hombre con la naturaleza. Y es que más allá de sus habilidades “ultratecnológicas” y del alto nivel de sofisticación técnica todo su trabajo viene motivado por una inquietud humanística en la que confluyen arte, ciencia, tecnología y diseño con el medio natural.

Sobre el proceso creativo de las obras, Kazumasa Nonaka reconoce que al ser un grupo tan grande en el que todos tienen algo que aportar hay un cierto caos, ya que los proyectos no están liderados por un solo artista, pero es precisamente ese trabajo colaborativo y multidisciplinar el pilar sobre el que se sustenta el grupo y lo que les permite generar sus sofisticados espacios inmersivos. Cada obra, en constante evolución, conlleva un proceso muy lento. Los desarrollos implican muchos meses de pruebas y las piezas casi nunca se dan por acabadas, pues se van completando y mejorando. Por otro lado, reconoce que se sienten liberados de las restricciones de otros formatos artísticos y que una de las ventajas de trabajar con la tecnología digital en el arte es precisamente que el arte puede cambiar y que las experiencias nunca son unidireccionales. La forma en la que nos comportamos modifica las obras y todos los espectadores estamos invitados a sentirnos involucrados y formar parte de ellas.

 

teamLab

ESPACIO FUNDACIÓN TELEFÓNICA

C/ Fuencarral, 3

Madrid

Del 16 de marzo al 1 de septiembre de 2019

 

 

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