Más allá de 2001: Kubrick como eje conductor del desarrollo de la inteligencia artificial

El Espacio Fundación Telefónica acoge una muestra sobre los avances en esta materia a través de la mirada pionera del cineasta

Madrid,
Stanley Kubrick hablando con Keir Dullea (el astronauta David Bowman) en el escenario del interior de la centrifugadora de la nave Discovery, 1966
Stanley Kubrick hablando con Keir Dullea (el astronauta David Bowman) en el escenario del interior de la centrifugadora de la nave Discovery, 1966

Stanley Kubrick, de quien os hablamos hace unas semanas con motivo de la gran exposición que repasa en el CCCB su trayectoria, es en esta ocasión el punto de partida e hilo conductor de la muestra que podemos ver hasta el 17 de febrero en el Espacio Fundación Telefónica. Tomando como referencia e inspiración la búsqueda de la expansión de la inteligencia sobre la que el director nos hacía reflexionar en 2001: Odisea del espacio y con el mítico –y casi humano– ordenador HAL 9000, capaz incluso de detectar emoción y sufrimiento, “Más allá de 2001: odiseas de la inteligencia” articula un recorrido por la evolución de la inteligencia humana y la artificial desde nuestros orígenes hasta el día de hoy. Claudia Giannetti, comisaria de la muestra y especialista en media art, lleva desde los años noventa embarcada en proyectos que combinan arte e inteligencia artificial y considera que es en este momento cuando tiene sentido organizar una exposición de estas características porque encontramos ya a muchos creadores trabajando con este tipo de tecnologías y los avances están en un punto que puede calificarse como muy positivo.

Lo que más llama la atención al visitar la exposición es la cantidad de planteamientos, posibilidades y visiones que Kubrick puso sobre la mesa y que no solo continúan siendo cuestiones de máxima actualidad 50 años después, sino que en su momento sirvieron a los científicos para abrir las vías de investigación y conocimiento sobre las que se ha cimentado y desarrollado la inteligencia artificial. No era solo ciencia ficción, era la puerta a un nuevo universo de conocimiento. Lo que la exposición ilustra en este sentido es cómo la frontera entre arte, ciencia y tecnología es cada vez más difusa y cómo a través del arte podemos entender el presente pero también configurar el futuro.

Antes de avanzar en el contenido de la muestra, replicamos aquí la descripción de inteligencia artificial (IA) que encontramos dentro de la exposición: La IA abarca la ciencia y la ingeniería dedicadas a diseñar y programar ordenadores que pueden ejecutar tareas que requerirían inteligencia o razonamiento si las hicieran los seres humanos. Es interdisciplinar y depende de otras áreas: teoría de la información, cibernética, ciencia de materiales, neurociencia, lógica, matemática, lingüística, filosofía, psicología y ciencias sociales.

“Más allá de 2001: odiseas de la inteligencia” se estructura en tres ejes temáticos (de la misma forma que la película se dividía en tres partes) y en torno a 10 preguntas clave que dan una panorámica de esa evolución y muestran el avance del conocimiento humano para transformar, aunque no sabemos si siempre para bien –y aquí se abre el gran debate sobre la IA–, la sociedad en la que vivimos. La inteligencia artificial ya convive con nosotros en ámbitos como la medicina, la educación, el transporte, la economía, por supuesto el arte y la creatividad, pero también en otros como el de la industria armamentística y el de la seguridad, mucho más cuestionados. Una buena formación, incluso en materias como la filosofía, y dentro de ella la ética, son fundamentales para quienes tienen en sus manos el diseño de esos modelos y funciones de IA. De hecho, las odiseas a las que se refiere el título de la muestra: El despertar de la inteligencia, En el universo de la IA y El futuro de las inteligencias y más allá del infinito, tienen que ver precisamente con lo que han sido esos avances y, aún más importante, con cómo es y será la relación entre la mente de los seres humanos y los sistemas artificiales de las máquinas. O dicho de otra manera, el clásico ¿de dónde venimos?, ¿dónde estamos? y ¿hacia dónde vamos? en el extraordinario marco del desarrollo de la inteligencia. Aunque a algunos todo esto les pueda resultar más bien futurista, la realidad es que sus orígenes los encontramos mucho antes incluso de que existieran las tecnologías necesarias para hacerlas posibles. Ya en 1842, la matemática Ada Lovelace avanzó teorías acerca de la posibilidad de que las máquinas respondieran con cierta autonomía a aquello que se les ordenara; aunque para poder ser consideradas “inteligentes” debían poder crear una idea original por iniciativa propia. Son Torres Quevedo (1852-1936), con sus Ensayos sobre Automática (1914)  y Alan M. Turing (1912-1954), al plantearse si una máquina podía pensar, quienes están considerados los pioneros de la IA, aunque fue con John McCarthy (1927-2011) con quien esta adquirió, ya en 1956, la categoría de disciplina.

Santiago Ramón y Cajal. Fases de la sucesiva complicación del ramaje de la célula de Purkinje, 1923
Santiago Ramón y Cajal. Fases de la sucesiva complicación del ramaje de la célula de Purkinje, 1923

Además de plantear preguntas y tratar de ofrecer respuestas, la exposición integra una curiosa selección de piezas que van guiando al espectador. Muchas de ellas tiene relación con la película de Kubrick, como fotografías, fragmentos de la cinta –como el de la partida de ajedrez en la que HAL gana al astronauta Frank– o documentos originales del director, incluido el guion que escribió con Arthur C. Clarke. Destacan además el famoso Ajedrecista de Torres Quevedo (1912), varios dibujos de neuronas de Santiago Ramón y Cajal, un original de 1515 del Arbol Elementalis de Ramón Llull o un facsímil del Origen de las Especies de Darwin. Como ejemplos de las tecnologías actuales encontramos audiovisuales de CANADA y de Daito Manabe; el curioso The Next Rembrandt (2015), un retrato creado a partir de un enorme base de datos en la que se almacenan todos los detalles de las 346 pinturas del maestro neerlandés; o las instalaciones interactivas de Patrick Tresset, y su brazo robótico que nos hace una retrato en tiempo real, o The Mutual Waves Machine, de Suzanne Dikker y Matthias Oostrick, que a partir de la medición de ondas cerebrales es capaz de determinar la empatía entre dos personas.

Salimos de la exposición con la sensación de haber aprendido y procesado bastantes datos sobre la IA, y con la mente abierta para poder plantearnos nuevas preguntas. Sabemos que la inteligencia artificial está todavía muy lejos de alcanzar la que tenía HAL, que era prácticamente indiferenciable de la humana, lo que deja mucho margen de avance y nuevos interrogantes. Lo que está claro es que en ambos casos son los modelos y procesos de aprendizaje los que determinan el éxito.

Stanley Kubrick. 2001: Odisea del espacio. Escena de la partida de ajedrez entre el astronauta Frank y HAL 9000
Stanley Kubrick. 2001: Odisea del espacio. Escena de la partida de ajedrez entre el astronauta Frank Poole y HAL 9000, en la que gana la máquina

 

“Más allá de 2001: odiseas de la inteligencia”

ESPACIO FUNDACIÓN TELEFÓNICA

C/ Fuencarral, 3

Madrid

Del 31 de octubre de 2018 al 17 de febrero de 2019

 

 

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